Publicado en e-Dictum 30, junio de 2014
En ocasiones, resulta frecuente que la familia, los amigos, los clientes o, en general, cualquier persona ajena a la profesión, nos pregunte qué es lo que hacemos los abogados de empresa y qué es lo que, en su caso, nos hace sentirnos realizados como profesionales y como personas.
Una respuesta a estas preguntas parece sencilla para quienes, como me consta que comparten tantos compañeros, vemos en esta profesión un inexorable deber de servicio público y una contribución a la mejora de la sociedad. Sin embargo, resulta complejo ofrecer una respuesta que, con la convicción suficiente, logre superar –en la conciencia de nuestro interlocutor– los iniciales prejuicios que, con carácter general, pesan sobre nuestro colectivo.
Las presentes líneas tienen por objeto destruir esos prejuicios a través de dos fases: (i) en un primer lugar, explicando lo que verdaderamente hacemos los abogados de empresa; y (ii) una vez quebrantada la barrera del desconocimiento sobre la principal función realizada por los abogados de empresa, transmitiendo, en segundo lugar, los motivos –ahora creíbles, incluso para los más escépticos– que justifican nuestra creación de valor en la sociedad.
II. ¿Qué hacemos y cómo creamos valor los abogados de empresa?
La pregunta que nos proponemos contestar ha motivado el interés de algunos de los juristas más reconocidos en el ámbito del Derecho de empresa a nivel mundial (Gilson, 1984; Schwarcz, 2007). En este sentido, aunque resulta complejo que, dada la infinidad y heterogeneidad de funciones realizadas por los abogados de empresa, podamos ofrecer un catálogo exhaustivo de tareas, basándonos en los estudios preexistentes en la materia, intentaremos racionalizar las actividades que efectivamente realizamos los abogados de empresa para que, de esta manera, pueda verse cómo agregamos valor a la sociedad (…)