Comentario sobre artículo publicado en El Economista el 4 de febrero de 2016>>
Es cierto que los estímulos fiscales para incentivar la contratación de planes de pensiones y de otros instrumentos de ahorro-previsión son esenciales; ahora bien, la reducción del límite de aportación desde los 10.000 a los 8.000 euros actuales afecta a una pequeña proporción de aportantes.
La cuestión clave es el desarrollo de una cultura financiera entre los inversores que les haga conscientes de la importancia del ahorro finalista para la jubilación, con independencia del incentivo fiscal o, más aún, con independencia de la incertidumbre propia de la rentabilización de estas inversiones provocada por la imprevisibilidad de los mercados financieros.
Ya sea en planes de pensiones o sea en cualquier otra forma de ahorro-previsión en productos financieros o en activos reales, es esencial trabajar en una necesaria mentalización de la sociedad frente a la previsible reducción de la “protección” perpetua del llamado Estado del Bienestar, cuyos cimientos empezaron ya hace unos años a tambalearse y que sin duda temblarán más con la inquietante demografía venidera.